El agua potable es un bien escaso: constituye el 2,5% del total del agua del mundo; el 97,5% restante está en los mares y océanos y la tecnología necesaria para desalinizar el agua es cara.
Sin embargo en nuestra región (América del Sur) tenemos abundancia de agua dulce, ya sea en nuestros ríos y en forma subterránea, como el Acuífero Guaraní.
Los recursos hídricos de los países ricos, en particular los subterráneos, se están agotando por la sobreexplotación; están altamente contaminados por desarrollos industriales y agrícolas que no reparan en el cuidado del medio ambiente.
Ellos depredaron alegremente sus recursos naturales y ahora los buscan en aquellos países que aún conservan algo de los suyos. Vienen por nosotros. Así funciona el capitalismo.
En Europa se consume un promedio de 200 litros de agua diarios, los norteamericanos más de 400. Pero hay 1.100 millones de seres humanos en el resto del planeta que apenas llegan a 5 litros diarios de consumo.
Son muchos los argentinos que, por varias causas, no tienen agua potable y por el contrario acceden a fuentes contaminadas; o tienen que caminar varios kilómetros hasta llegar a ríos o arroyos; o recolectar agua de lluvia o la llegada del camión cisterna a sus ciudades o pueblos.
Parece obvio que el acceso al agua debería ser prioridad para el uso domiciliario o doméstico y también para las actividades productivas básicas de subsistencia. Pero no es así.
El año pasado se sancionó el nuevo Código Civil y Comercial y uno de los artículos que había preparado la comisión redactora planteaba el Derecho al agua como un derecho humano, es decir prioritario; y fue expresamente eliminado por el Poder Ejecutivo antes de su debate parlamentario.
¿Por qué? Muchas de las actividades relacionadas con las extracciones de la megaminería o el petróleo con el fracking; o el riego para la producción de soja, requieren en uso sumamente excesivo de agua.
Es decir, la prioridad es sostener el modelo; o el proyecto…como le dicen ahora.
Y ni qué hablar del negocio descomunal de la venta de agua envasada. ¿Acaso en la ciudad de Buenos Aires no tenemos agua potable? y sin embargo ese consumismo…que nos consume… lleva a muchos porteños a comprarla.
Estamos en un año electoral. Pero de estos temas ni se habla…
Tenemos que discutir, debatir un nuevo proyecto, un nuevo modelo productivo…un nuevo país en el que se respete la soberanía alimentaria, la soberanía energética y principalmente la soberanía popular.
El acceso al agua es un derecho humano y tiene que formar parte de este debate.