Hace dos semanas se inauguró la estatua de Juana Azurduy, detrás de la Casa Rosada, en reemplazó de la de Cristóbal Colón.
Es un homenaje merecido y necesario y está claro que no es lo mismo que uno u otra estén junto a la Casa Rosada.
Todo un símbolo en esta batalla de ideas, entre quien representó el inicio de la conquista y el genocidio sobre los Pueblos Originarios y la guerrillera por la emancipación y la igualdad social, reconocida en vida por Belgrano y por Bolívar.
Ella, La Flor del Alto Perú, comandó ejércitos de 6000 indios que junto a las mujeres iban a la guerra convencidos en su lucha por la independencia.
Sin embargo, a pocas cuadras, desde hace ya más de 5 meses sigue el acampe en Avenida de Mayo y 9 de Julio, de QOPIWINI (qom, pilagá, wichi y nivaclé) pidiendo el cumplimiento de Derechos Humanos y derechos colectivos de los Pueblos Indígenas.
¡Se pasaron 5 meses para que alguien del gobierno los atienda! ¡Que les den bola!
Finalmente tuvieron una reunión con Secretario de DDHH de la Nación, Martín Fresneda.
¿De qué hablaron?
Que siguen quitándoles territorios (solo conservan 3.300 hectáreas de 10 mil, ya que el resto fueron cedidas a parques nacionales y multinacionales).
De terminar con la judicialización de las protestas sociales de los pueblos originarios y la represión de que son objeto en Formosa como en otras provincias.
Mientras tanto, en Chaco, desde noviembre del año pasado el Centro de Estudios e Investigación Social “Nelson Mandela” denuncia el posible desastre humanitario en torno al Mal de Chagas.
O la tuberculosis.
El Impenetrable, presenta los más altos guarismos, superando los 94 enfermos cada 100.000 habitantes.
O en Misiones, en la población infantil Mbya Guaraní menor de 6 años, tienen retardo del crecimiento en más de la mitad de los niños.
Esto determina un riesgo de enfermedad y mortalidad más elevado que el de los niños no indígenas. El 90.6% de las muertes, corresponden a niños indígenas.
Según Adolfo Pérez Esquivel, los gobiernos, a veces nacional a veces provinciales, responden con represión, persecución y/o intimidación, judicializando las protestas por oponerse a la minería a cielo abierto y a los daños ambientales y la destrucción productiva regional.
Se entregan los bienes y recursos del pueblo a las empresas trasnacionales, como el petróleo, el gas, los minerales; se amplían las fronteras sojeras, los agro-tóxicos, las semillas robadas, la destrucción de la biodiversidad por empresas como Monsanto y la Alumbrera, la Barrick-Gold y Chevron entre otras.
Todos elementos que influyen sobre la situación de los pueblos originarios, ya que está en juego el territorio.
Territorio de negocios para algunos pocos.
Si de símbolos se trata, a 300 mts de la estatua de Juana Azurduy, Julio Argentino Roca, símbolo del genocidio sobre el que se construyó nuestra Nación, sigue montado a su caballo, a la espera de que lo bajen de un hondazo.